viernes, 31 de julio de 2020

Lewis Y Clark: Hacia El Oeste, Hasta El Pacífico (1804-1806)





            A comienzos del siglo XIX, el viaje de Lewis y Clark atravesando una parte de Norteamérica entonces desconocida, hasta llegar al Pacífico, representa uno de los pilares fundacionales de la construcción del imaginario de los Estados Unidos como nación. Y como tal, aun hoy en día la estudian los niños en la escuela. Como no podía ser menos para un tema considerado capital en la historia de Estados Unidos, la bibliografía sobre la expedición es inmensa, con algunos congresos de historia y geografía dedicados y no menos de una veintena de libros publicados, además de numerosas publicaciones de carácter infantil. Incluso hay una película de bajo presupuesto de 1955, con Charlton Heston de protagonista [The Far Horizons, Horizontes azules, en la versión española], aunque vilipendiada por los historiadores por las licencias del guión.


  

         Estados Unidos, bajo la presidencia de Thomas Jefferson (1743-1826), compró Luisiana a Francia en 1803. Era un territorio de más de dos millones de kilómetros cuadrados unas cuatro veces la superficie de la España peninsular, que se extendía desde el golfo de México hasta Canadá, entre el río Misisipi y las Rocosas, en gran parte inexplorado y sin asentamientos coloniales fuera de las orillas del río. De trasfondo, estaba la política de limitar la expansión de la Corona española reinaba Carlos IV, y la disputa con ésta sobre los derechos de navegación por el río Misisipi y el acceso fluvial a Nueva Orleans. Jefferson, años antes, ya había tratado la posibilidad de explorar el territorio con André Michaux (1746-1806), un incansable y entusiasta botánico francés que había recorrido las tierras que se extendían desde las Carolinas hasta el Misisipi, pero por diversas causas, el proyecto no prosperó. Además, en 1793 Alexander Mackenzie, viajando más al norte, por el actual Canadá, ya había realizado la primera travesía continental de un no nativo. Pero en 1803, una vez comprada Luisiana, había que tomar posesión urgentemente, hacer el reconocimiento geográfico, el inventario de sus riquezas naturales y, además, encontrar una ruta de acceso al Pacífico a través de las Rocosas.


            El designado por Jefferson para comandar la expedición fue el capitán Meriwether Lewis (1774-1809), en aquellos momentos su secretario personal en la Presidencia. Éste, para acompañarlo y codirigir la expedición, convenció a su amigo William Clark (1770-1838), militar entonces retirado y que había sido superior suyo en el ejército. Parece que Jefferson optó por alguien con capacidad de mando, acostumbrado a los bosques y al contacto con nativos y con ciertas inclinaciones por la historia natural. Para prepararse, Lewis recibió un entrenamiento intensivo en cuidados médicos y navegación con sextantes, y tuvo acceso a la biblioteca de Jefferson de Monticello, posiblemente la más completa de su tiempo sobre Norteamérica.


Una de las medallas impresas para intercambiar o regalar a las tribus nativas [De http://www.lewis-clark.org/article/350]
            El comienzo oficial de la expedición se considera la salida de Camp Dubois, en la confluencia de los ríos Misisipi y Misuri, cerca de Saint Louis, el 14 de mayo de 1804. Clark, sin embargo, había salido de Pittsburgh con 11 hombres a finales de agosto de 1803, y tardó dos meses y medio en descender por el río Ohio antes de llegar a Camp Dubois, donde completaron el reclutamiento y estuvieron entrenando. La expedición contaba inicialmente con 33 miembros, casi todos soldados voluntarios, aunque también había un esclavo de Clark y algún voluntario contratado. El número, sin embargo, fue variando: algunos fueron enviados de regreso al final del primer año con mapas, colecciones científicas e información diversa, hubo una muerte parece que por apendicitis, alguna expulsión por indisciplina y también incorporaciones temporales de varios tramperos que se fueron encontrando por el camino y que contrataban como traductores con las tribus nativas.


            Desde Camp Dubois remontaron el río Misuri con una barcaza a remo y dos piraguas. Tras La Charrette, unos 250 km aguas arriba, ya no había más asentamientos coloniales. En el día a día de la expedición, Clark era el encargado de la navegación y de la confección de los mapas, mientras que Lewis se dedicaba a explorar los alrededores. Para pernoctar montaban los campamentos en las islas del río. Llegaron a las Grandes Llanuras, ya en territorio sioux, a finales de agosto. A comienzos del invierno, en territorio de la tribu mandan decidieron construir un campamento –Fort Mandan para esperar la primavera. Aquí reclutaron al trampero Toussaint Charbonneau, casado con la joven Sacagawea, de origen shoshone pero raptada y criada en la tribu de los hidatsa y que conocía ambas lenguas. Sacagawea estaba embarazada y dio a luz en febrero; la presencia de la criatura contribuyó a que el grupo pareciera menos agresivo y ayudó a las relaciones con las otras tribus. Desde Fort Mandan continuaron Misuri arriba, sobrepasando las confluencias de los ríos Yellowstone, Milk y Marias, hasta llegar a las cataratas del Misuri, que remontaron. A finales de julio ya estaban en Three Forks, la confluencia de los tres ríos que conforman el Misuri. Desde aquí pasaron la divisoria continental por Lemhi Pass a finales de agosto, y se encontraron con una partida de shoshones, comandada por un hermano de Sacagawea. Les compraron caballos y continuaron con ellos hasta principios de octubre cuando, al encontrar el río Clearwater, construyeron canoas. A través de la red fluvial llegaron el río Snake, y de éste al Columbia, llegando al Pacífico a finales de noviembre. Construyeron el Fort Clatsop para pasar el invierno antes de iniciar el camino de vuelta. Lo abandonaron a finales de marzo y, con caballos, remontaron la cuenca del Columbia, pero como todavía había nieve en las montañas, se desplazaron más al Norte donde, antes de atravesar la divisoria continental se dividieron en dos grupos. El reencuentro fue en el río Misuri a mediados de agosto, cerca de Fort Mandan. Llegaron a Saint Louis a finales de septiembre de 1806, después de haber recorrido cerca de 13.000 km en poco más de dos años y cuatro meses.

           El desarrollo de la expedición fue fundamentalmente pacífico, comerciando a menudo con los indios, aunque también sufrieron robos y, en un incidente en la vuelta, mataron a tiros a dos indios Pies Negros. Sufrieron varios encuentros con osos, un naufragio y algunos episodios de hambre. Además, y aunque parece que Lewis y Clark no se enteraron, la Corona española envió todos los años una expedición desde Santa Fe, para intentar interceptarlos en lo que consideraba una incursión no autorizada en sus territorios.


 

Lewisia rediviva Pursh, el bitterroot de los exploradores, nombre con el que se conoce todavía hoy en día en inglés. Declarada State flower de Montana en 1895 (Iñaki Aizpuru)
           La recolección de material científico era uno de los objetivos de la expedición, pero no prioritario. A finales del primer año, desde Fort Mandan hicieron una primera remesa con 178 plantas y 122 animales. Más tarde, durante el naufragio en los rápidos, algunos de los materiales que habían acumulado de nuevo se perdieron. Los pliegos de la expedición fueron depositados en la Sociedad Filosófica Americana de Filadelfia y estudiados por B.S. Barton y F. Pursh; este último incluyó la descripción de muchas de estas plantas en la obra de 1813
Flora Americae Septentrionalis. Actualmente los pliegos se encuentran en el herbario PH (Academia de Ciencias Naturales de Filadelfia). En total son 233 pliegos que corresponden a 202 taxones, pertenecientes a unas 132 especies de plantas vasculares. En los diarios, Lewis da mucha importancia a las plantas que utilizan los nativos, sobre todo las de interés gastronómico y que llegaron a ser muy importantes en la dieta de los expedicionarios, pero también las medicinales, y a menudo hace descripciones más o menos precisas. Además, siempre intenta transcribir el nombre en la correspondiente lengua indígena. En los tratos con la tribu de los arikaras, con las mujeres dedicadas a la agricultura, le llamaron fuertemente la atención los cultivos de maíz, frijoles y tabaco. En el envío de finales del primer año, le hizo llegar a Jefferson varias simientes, entre ellas de maíz, que se cultivaron muy pronto en Monticello.


            Los textos principales que he utilizado son la transcripción de los diarios originales de Lewis y Clark, ordenados cronológicamente y intercalados, del proyecto Gutenberg y la versión digital de la Universidad de Virginia de los diarios, publicada por E. Coues en 1893. La versión del proyecto Gutenberg es cuidadosa con el original y muy completa, pero la lectura queda dificultada porque se conservan las abreviaturas, el uso de las mayúsculas a menudo arbitrario y los errores ortográficos. La versión digital de los diarios publicados en 1893 es de lectura más agradable, pero a menudo las referencias a plantas han sido expurgada en la edición y tampoco figuran muchas entradas consideradas de poco interés.


Plafón explicativo sobre la expedición en Lolo Park, Montana (Iñaki Aizpuru)
           Al terminar la expedición Lewis fue nombrado gobernador del territorio de Luisiana. Murió en 1809 cuando iba a Washington, a reclamar al Departamento de Guerra unos gastos y a presentar el manuscrito de los diarios de la expedición a un editor. Aun hoy en día hay controversia sobre si su muerte fue un homicidio o un suicidio. Los diarios no se publicaron hasta 1893. Clark, por su parte, formó familia y tuvo varios cargos en la administración de asuntos indios, siendo después gobernador del territorio de Misuri; murió en 1838.

            Los epónimos Lewisia y Clarkia, creados por Frederick Pursh como géneros de las familias montiàcies / portulacàcies y onagráceas, respectivamente, los honran.




M. Lewis & W. Clark. The Journals of Lewis and Clark (1804-1806) [disponible en: http://www.gutenberg.org/files/8419/8419-h/8419-h.htm; también en http://xroads.virginia.edu/~HYPER/JOURNALS/toc.html]


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Eleanor Y Hick | Susan Quinn



La imagen pública de las personas no suele coincidir con su verdadera personalidad. A menudo se proyecta un dibujo al exterior que esconde matices. Este precioso libro habla de uno de esos matices en la vida de una de las mujeres más queridas y respetadas de los Estados Unidos y, probablemente del mundo.

Tenemos una imagen estereotipada de Eleanor Roosevelt, quien fuera Primera Dama de los Estados Unidos durante más de una década. Una mujer alta, fuerte, con una sonrisa en los labios y un estilo muy personal. Una mujer que trabajó duro durante el mandato de su marido pero también antes y después de ser la esposa del presidente. En su larga e intensa biografía, hubo lugar para muchas anécdotas y experiencias. Este libro nos habla de una faceta muy poco conocida de Eleanor, su profunda y sincera relación con otra mujer.


Eleanor con Lorena en 1933. Foto: Franklin D. Roosevelt Library

Eleanor y Hick. El romance de la Primera Dama de los EEUU y Lorena Hickock recupera la relación más allá de la amistad que mantuvo durante más de treinta años con una periodista de Associated Press. El libro es fruto de la extensa investigación de su autora, Susan Quinn, de las muchas cartas que Lorena Hickock legó a la Biblioteca Franklin D. Roosevelt antes de morir. En aquellas misivas, ocultas durante años por expreso deseo de la periodista, se escondía una relación íntima entre ambas mujeres. Una relación que en su época se intuía pero no se declaró abiertamente. En aquella primera mitad del siglo pasado hubiera sido un escándalo que la esposa del presidente no se lo podría haber permitido. Aún así, a pesar del peligro, Eleanor Roosevelt se apoyó en Hick para sobrellevar una vida para la cual no estaba preparada y no quería asumir como propia. 
Las cartas de Eleanor a Hick son una especie de reportaje sobre su vida en una burbuja en la Casa Blanca, y sin duda, más sincero que sus relatos publicados. 
Este ensayo, que se publica por primera vez en nuestro país, repasa las vidas de ambas mujeres, provenientes de mundos muy distintos pero con un fondo vital muy parecido. En constante búsqueda de la felicidad y de su lugar en el mundo, cuando la esposa de un prometedor político norteamericano se topó con aquella intrépida periodista poco tiempo antes de que Franklin D. Roosevelt ganara las elecciones presidenciales, descubrió en aquella mujer un alma gemela, alguien en quien poder confiar de verdad.

Foto: legacyprojectchicago.org/person/lorena-hickok

Eleanor y Hick es una bonita historia de amistad, de confianza, un relato en el que vemos a Eleanor Roosevelt desde una perspectiva muy distinta a la que estamos acostumbrados. Descubrimos un poco mejor a la verdadera Eleanor, más allá de la imponente figura pública que fue. Descubrimos a una mujer frágil, de carne y hueso; una persona real, con sus miedos y sus sueños que encontró en Lorena Hickock a alguien en quien confiar. 
Muy buenas amigas" era un eufemismo. Eleanor Roosevelt y Lorena Hickock se estaban enamorando. 
El libro es también un repaso por la historia de los Estados Unidos durante el siglo pasado; el relato de un mundo en constante cambio que se hundió en varias ocasiones y resurgió de sus cenizas; un país que tuvo como líder al esposo de una mujer valiente, aunque ella probablemente nunca se consideró como tal. Una mujer que necesitaba como cualquier otra persona, sentirse amada y alcanzar sus propios sueños. Eleanor Roosevelt demostró en más de una ocasión que no deseaba haber sido Primera Dama pero, aún así, asumió el papel con gran maestría y dejando el listón muy alto. Junto a ella, aquella mujer proveniente de una familia desestructurada, con un pasado triste, se convirtió en su compañera vital, a la sombra de la fotografía oficial. 

Ya había leído anteriormente alguna biografía sobre Eleanor Roosevelt, pero en esta ocasión he disfrutado especialmente al descubrir a una nueva Eleanor. Un personaje con tantos matices que siempre nos sorprende y de quien siempre aprendemos algo. También de aquella periodista que, de no ser por su relación con la Primera Dama de los Estados Unidos probablemente no sabríamos de su existencia pero cuya trayectoria vital es igualmente apasionante. 

 Ficha técnica 

Título: Eleanor y Hick
Subtítulo: El romance de la Primera Dama de los EEUU y Lorena Hickock
Autora: Susan Quinn
Género: Ensayo
Editorial: Casiopea
ISBN978-84-120504-4-8
Páginas: 534
Precio: 18 €

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